En el marco del Día Mundial del Refugiado, La ONG Laboratorio de Paz lanza una campaña para visibilizar la situación de quienes han tenido que abandonar Venezuela de forma forzada, especialmente por razones de persecución política, criminalización de su trabajo o amenazas a su integridad física.
Escucha un podcast con el tema de esta campaña
Un refugiado, según la Convención de Ginebra de 1951, es una persona que ha tenido que huir de su país por fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas. En Venezuela, esa definición no es una teoría: es una dolorosa realidad.
– Casi 8 millones de personas venezolanas han dejado el país en los últimos años, según cifras de la Plataforma R4V (ONU, 2025).
– Aunque muchos salieron por el colapso económico y la emergencia humanitaria compleja, miles han huido por persecución política directa: activistas, periodistas, estudiantes, sindicalistas, defensores de derechos humanos, líderes LGBTIQ+, dirigentes indígenas.
– Muchos han tenido que cruzar fronteras sin garantías, exponiéndose a redes de trata, xenofobia y precariedad, para luego enfrentar largos procesos de asilo en países donde aún no se reconoce plenamente la magnitud del desplazamiento forzado venezolano.
– Los activistas, defensores de derechos humanos y periodistas deben superar muchos obstáculos para regularizar su situación migratoria. Los países de acogida, en su mayoría, no cuentan con protocolos expeditos para otorgar el estatus de asilado o refugiado. Donde existen mecanismos institucionalizados, las personas deben esperar años hasta obtener una respuesta positiva en su solicitud de protección internacional.
“Durante años ayudamos a víctimas, ahora nosotros también lo somos”, dice uno de los defensores exiliados desde un país del sur del continente. “Nos cuesta vernos así, como refugiados, pero es lo que somos. Y también desde acá seguimos denunciando, apoyando, conectando.”
La campaña -ilustrada con retratos tipo grabado y testimonios anónimos- quiere romper el silencio, humanizar el exilio, y subrayar una verdad fundamental: Pedir refugio no es rendirse. Es resistir, desde otro lugar.















